jueves, mayo 31, 2007

Cuerpos de arena


Había en la antigüa Grecia una disputa entre varios filósofos presocráticos que trataban de encontrar y explicar el elemento genésico, el elemento que era el orígen del todo. Si se les pregunta el día de hoy a los científicos dirían que, cuando menos, el elemento biogenésico, el que dio origen a la vida, es el agua. Pero el agua es un elemento que, cuando menos en su estado líquido, es muy difícil de encontrar en el universo. Nuestro mundo, sin embargo, está constituído, cuando menos superficialmente, de una inmensa mayoría de agua. La pregunta es: ¿de dónde surge el agua?
Hay dos analogías que me gustan mucho. La primera, la científica, surgió cuando un grupo de hombres quiso hacer una nueva teoría biológica. Ellos utilizaron una metáfora muy bonita, una metáfora que para ellos era una explicación literal: tomaron la mitología griega para decir que la tierra era, como tal, un ser vivo. Gaya, la tierra, era en sí una inmensa célula. Entonces todo lo que la conforma, incluidos nosotros los humanos, seríamos organismos que la componen. Parecería que esta teoría es una analogía de la tierra con los seres vivos, sin embargo a mí me parece lo contrario: los seres vivos somos una analogía de la tierra. La segunda se encuentra en el libro del Génesis en la Biblia. Y es que, a pesar de ser ateo, la imagen de Adán siendo creado de lodo me parece magnífica. Y es que somos agua, científicamente está provado que somos agua que parece estar encerrada en la tierra.

Tengo que repetir que no soy un hombre religioso. La ciencia es, en estos días, la religión más objetiva, es, sin embargo, una religión. Así puedo decir que utilizo a la ciencia sólo para acercarme a tí, para que tu aceptes como razonables las ideas que intento explicar. Simpatizo con el conocimiento intuitivo. El conocimiento intuitivo se ha convertido para mí en lo más importante para poder asimilar los fenómenos y los objetos del mundo. Dicen que las palabras son la convención que nos hace entender al mundo, yo, sin embargo, no las necesito, sólo las utilizo para poder comunicarme contigo.

La tierra es como la piel, es una metáfora que ya se ha convertido en lugar común. El agua se encuentra contenida en ella. La pasión es como el fuego, otro lugar común. El aire se produce con el movimiento, con el aliento que produce el cuerpo en movimiento. Los lugares comunes, sin embargo, no sólo existen debido a que se han convertido en una convención, sino que tienen por sí mismos un conocimiento intuitivo común entre la mayoría de los individuos.

Yo veo, en mi imaginación, a la tierra que se mueve al rededor del fuego y, al mismo tiempo, la piel girando al rededor de la pasión. Es el fuego y su fuerza gravitacional la que hace que la tierra se mueva y se mezcle con otra tierra, y se friccione. De entre esa copulación de la tierra brota agua, una agua que es de distinta salinidad y que se mezcla, de una dulzura morena y una dulzura cobriza que se combinan, creando un nuevo sabor. Y del movimiento surge el aire, el viento que danza con el calor y evapora el agua que es elevada y copula, a su vez, con el aire.

Es de los elementos en acción, de los elementos que se funden en la intimidad de la imaginación natural que surge la vida. No de la tierra, solamente, de donde surge el agua, ni del fuego, ni del aire, es de su comunión sexual.

La muerte viene cuando los elementos se separan. La tierra deja de ser movida por el fuego y, a falta de movimiento, el aire deja de ser viento, y el agua se seca y se convierte sólo en agua. Tierra, agua, fuego y viento se individualizan y dejan de actuar, dejan de copular entre sí.

Creo que lo que quiero decir es que la salinidad de mi tierra y la dulzura de la tuya se complementan a la perfección, o al menos es lo que creo. Decir eso significa que para mí eres la vida, que no tengo vida sin tí. Nuestros cuerpos son de arena y yo quiero diluírme en tí.

-- No creo en lo que acabas de decir, darling. No por ello niego que lo que acabas de decir sea bellísimo. Yo también te deseo, y creo que te hubiera bastado con un te quiero.

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