viernes, marzo 31, 2006

Se le ha convertido casi en una rutina cambiarle cada semestre la cara a su mismo discurso, o más bien en cambiar el objeto de su eterno idilio onírico, de su eterno engaño. Ya no sabe qué imagen le corresponde, qué sexo, qué raza... ¿qué especie?; Ya no sabe a qué imagen ella corresponde, a qué sexo... ¿qué especie?. ¿Es esa la desesperanza de no gustarse a sí mismo, de desagradarse por completo?. La aceptación ajena es absurda cuando un individuo no se acepta a sí mismo. Yo me reinvento mil veces, y a veces soy aceptado; la mayoría de las veces no, pero esas mil maneras en las que me he inventado me han gustado y por eso no vivo buscando quién ser, sólo soy; soy quien soy, quien quiero ser, mi siguiente invento; soy lo que a mí me gusta y no los gustos ajenos.
Esa tarde, la cara de su último discurso (el de la despedida efectuada hace un mes) le llamó a su celular y le relató una conversación que tuvo con el ex "no se qué" de ella (la anterior rutina). Su "galán" se notaba preocupado por las palabras del que considera un pequeño enemigo. Al escuchar la conversación que tuvieron ella se contagió de la preocupación.
--¿Crees que se refería precisamente a eso?-- dijo él.
--No sé, pero me intriga.
--¿Porqué me lo habrá dicho de esa manera?
--A lo mejor no se quería meter y lo único que le molestó fue que lo hiciste sentir un imbécil.
--¿Crees que haga algo?
--No, pero nosotros sí.
--¿Qué?
--Averiguar...
Ella abrió una nueva cuenta de correo electrónico, a la cuál le puso un pseudónimo. Le escribió un e mail que fue contestado ese mismo día pero que, sin embargo, ella leyó al día siguiente. Al leerlo, sintió que un escalofrío le recorría todo su cuerpo y hacía temblar sus brazos. ¿Será verdad?
En miércoles el pueblo está muerto. Pude contactar a algunos amigos; ví a Choche, a Paquito que ya mide casi como dos metros y que está muy orgulloso de que un "chilango" le dijo en una disco que se parecía a Ben Afleck (la carrilla que recibió de mi parte por esos días que estuve por allá) y, más tarde, en la farmacia de Soto, ví a Chema que me aseguró que llevaría al Dans Bierhaus de Valles a unas amigas como a eso de las ocho "nombe, entenao... puro tanquecito con ese cabrón... vas a ver. ¡Dos veces choche!" me dijo caballo cuando íbamos en la carretera rumbo a Cd. Valles.
--En ésta camioneta no se suben gatas.-- dijo "el Skreetch" (un amigo que se parece a aquél personaje de Salvados por la Campana) que iba al volante de la Lobo blanca tras un comentario del "caballo".
--¡Pura perra, caón!... nomás con la Mayra-, le dije refiriéndome a su ex novia, la cuál lo engañaba con medio pueblo. --¿Ahora sí ya no te gusta compartir, cuñao?.
Alida, la hermana de Manuel (Skreetch), es una adolescente de 17 años con la que tuvo un noviazgo hace medio lustro mi hermano. Medirá alrededor de 175 centímetros, posee una piel morena cobriza, unos ojos cafés claros, una cintura que podría ser rodeada fácilmente con mis dos manos, unas facciones muy finas, unos pechos de tamaño mediano que parecen tener una suave consistencia y unos glúteos que se hacen acreedores al comentario popular: "tiene un culo que te cagas". Ahora es novia de un güerito desabrido y de ideas cortas que tiene la gran cualidad de poseer más ranchos que el padre de Alida y Manuel... y un Mercedes Benz SLK del año: ¡Ni modo, Yiyo; Mercedes mata Xterra!.
--¡Vete a la verga, entenao!...¡Te crees mucho porque estás en TV Azteca!-- responde fingiendo un tono molesto Manuel, pues él se ha convertido en otro amante más de Mayra y lo único que le interesa ahora es qué tanta aceptación pueda tener yo de su nueva novia, pues él cree que yo me la paso en México teniendo relaciones sexuales con actrices hermosas y con modelos de revistas para caballeros (a pesar de que le he contado la verdad de mi vida sentimental y sexual en la capital, sigue convencido de que le oculto cosas).
-- ¡Chorros, chorros!... Si está más buena tu hermana, cuñao. Además allá puro maquillaje y fotoshop... como que tu hermana es más real, cuñao.
-- Pero esa es de tu hermano-- comenta Towy que va de copiloto. Él no sabe que, debido a sus aretes y a que se acaba de cortar su colita de caballo; a pesar de su "panza chelera" dejará de ser "el pandillero" y en unos días su nuevo apodo será "Towy boy" y le "aventaremos carrilla" utilizando su nombre en canciones de los Backstreet boys: "Towy boy: Aint nothing but a hartache...".
-- ¡Ey!-- interrumpe "el caballo" -- ¡pónte Metallica, cuñao!.
Skreetch desatora un MP3 de los tantos que están incrustados en un panel que está en el techo, justo en medio de los dos asientos delanteros, en el que aparece una brújula electrónica y tiene unos compartimentos creados con el propósito de guardar controles para puertas eléctricas. Aprieta el botón de expulsar del estéreo que le costó a su padre más de veinte mil pesos (más el ecualizador, más los bafles que producen un sonido que cuenta con fidelidad de estudio, más lo que pagó a un ingeniero de audio que ecualizó) y el delicioso estruendo del ritmo del bajo y la batería de Intocable dejó de golpear mi pecho (metafórica y literalmente). Towy adelanta canciones; Nothing Really Mathers... "caballo" y yo comenzamos a cantar.
--Hoy es miércoles de dos por uno en el cine-- me dice Manuel, interrumpiendo mi canto.
--Pero hoy quiero ponerme pedo, además "el Soto" va a llevar a unas "culebrillas".
--A unas "puerquillas"-- aclara "caballo"-- puras miserias con ese güey.
Mientras, José Manuel Soto seguía atendiendo la farmacia de similares que puso hace seis años junto a la plaza del pueblo, pues todavía tiene dos Xboxe´s rentados por media hora. ¿Cuánto más podrá sacarle al Xbox 360 ahora que lleguen sus hermanos con el, ahora que lleguen los gemelos?. De pronto le llegó un mensaje a su celular: va a haber tres fiestas en el rancho de carlos guerrero. El mensaje de Jessica abría una nueva posibilidad esa noche. --Y QUÉ VA A HABER O QUE?--respondió chema. No tardó mucho su amiga en contestarle: peleas de gallos.

jueves, marzo 30, 2006

--Se va a cagar pa arriba; y se va a empalar con su caca... ¿sabes lo que es empalar?
--No
--Creo que lo inventaron los egipcios, pero los cristianos lo usaron mucho. Clavaban una estaca como así de alto y luego sentaban a alguien hasta arriba y se la metían por el culo. Poco a poco se iba metiendo más y recorría todo su cuerpo por adentro hasta que le salía por la boca, por el cuello, por un hombro...
--Y se va a poner a escupir mierda.
(Carcajadas)
--Pinche Toño.
-- Y se la va a tener que volver a comer a puños (más carcajadas)... y se va a quedar ahí impactada, se le van a salir las lágrimas...
(Carcajadas)
-- ¡Sí, si, si!... si me dice algo le contesto eso.

"Oye Gorila: ¿Cómo se vería tu mamá en calzones de soldado, en Chapultepec bailando?¡CON LOS CHANGOS!."
Pinche Toño, que divertido es, y es la primera vez que lo veo así; el fumador secundario... de canabis en este caso (¡y qué canabis!). Compré lo que catalogamos como "good shit" ("very good shit") y ahora parece que la pantalla de vidrio de mi computadora se convierte en agua, y que puedo lanzarme fuera de la borda de la nave para nadar a través de algunos hilos de la WEB. Intocable, Toño y mi computadora (la WEB) son mis compañeros nocturnos estos días, y parece que ahora no prefiero algún otro, que son ellos la mejor compañía en este momento ¿porqué?: esa pregunta nadie la puede responder con seguridad, son periodos de la vida.

El día de hoy le envié un e mail a alguien que considero ahora un amigo, en el que le dije que todos estamos llenos de perversiones y que quien diga lo contrario estaría lleno de represiones. Que el amor es una perversión idealizada, la cristalización de una perversión, un escopofílico tras un cristal con la mano en el falo como dios mismo observando la degeneración de su "imagen y semejanza".
HAY

"Ay, dolor... ¡¿Cómo pegas?!"

Hay dolor en el principio y en el fin, en el nacimiento y la muerte... y ay dolores que acompañan siempre. Hay también mares de aguas tropicales que empapan mi piel y suben su temperatura. Hay corrientes que llevan la sal de los besos a la isla del olvido... Ay dolor y hay rencor, y hay odio y... ¿dónde quedó el amor?.
Hay una última recta y una canción que va a golpear y hay un pueblo que me estaba esperando.
"Hoy vi llorar a la luna y me dieron ganas de ir a Cozumel; observar por unos instantes el reflejo del sol en el mar azul que para mí es más bien verde ilusión, verde fuego, verde confuso: sublime y perfecto. Me dieron ganas de ponerme un visor y un esnórquel y empaparme en la sal de sus heridas y beberlas hasta hacerlas desaparecer en el olvido, perdido en el hogar donde habitan los peces de colores. Tuve ganas, sólo tuve ganas".

Me gusta que las mujeres tengan nombres que den pie a las metáforas. Aunque hacer metáforas sobre las metáforas de los nombres ya se ha convertido en un cliché, a mí me encanta. Recuerdo que esa fue la primera razón por la cual volteé a ver a Estela después de que dijeron su nombre al pasar lista; y la seguí viendo por mucho tiempo, y le escribí en ese lapso unos versos como, de ella, una metáfora: "A través de la Estela de tus ojos, de tu aliento en mis velas, viento en popa..:" comenzaba aquél soneto. Un día , sin embargo, esa Estela de sus ojos se perdió del reflejo de los míos. Ahora mis ojos no brillan y, por tanto, no producen reflejo alguno. ¿Algún día alguien?.
¿Porqué habrá surgido la NECESIDAD de plasmar su recuerdo en esta historia?.
¿Cuántos kilómetros cuadrados tendrá el D.F. y el área conurbada?. Es increíble que aún siendo un valle de gran dimensión, vea a la ciudad como una prisión; me siento como si viviera en una diminuta celda. Estoy seguro que es la densidad de población y el sublime desorden que pulula en las calles que no permite la libertad de movimiento, que es esa capa grisácea (roja brillante por las noches) que oculta la luna y las estrellas (esas que supo meterme en el último tramo del tracto digestivo), el cemento tan caliente y frío que envuelve; que es todo esto lo que forma el gran imán del stress que no nos permite liberarnos del martirio de vivir aquí, de ser unos prisioneros de la burocracia, unos prostitutos del tiempo. ¿Cuánto cuesta su tiempo?.
Pachuca, la bella airosa (pinche ciudad tan fea y desértica), se extendía bajo la montaña por la cuál transitábamos; pronto ya había quedado atrás y la sierra hidalguense apenas comenzaba. El trayecto comenzaba por el corredor de la montaña, de un verde contrastante con el desierto que acabábamos de pasar, de diversas vegetaciones; bosque, praderas... --Muy bien-- dijo mi madre.--Estás manejando bien; vengo tranquila-- concluyó mientras, al volante de la camioneta Odissey, su narrador rebasaba un "full" maderero que era remolcado por un tractor Frightliner. Al pasar junto al chofer, protocolariamente doy un pitido de agradecimiento que no es respondido pues la noche llegará en cinco horas todavía.
De pronto, el corredor de la montaña se convierte en desierto nuevamente y se ve, a unos cuatro kilómetros enfrente, el otro lado del cañón que hay que atravesar a continuación. Hay un río que lo divide y, de donde estábamos al río, hay que bajar unos mil metros de curvas medianamente peligrosas; pasando dos puentes y el río (dividido por una isla) es cuando la carretera se convierte en un "curverío de la chingada". Hay que volver a subir y continuar subiendo hasta que el desierto se convierte en selva; de desierto a selva, así de contrastante. La verdadera sierra hidalguense sigue a continuación, llena de peligrosas curvas, a través de pueblos a orillas de las montañas, sobre ellas, a mitad de ellas; tan bello como aquél despertar que tuve hace dos años en medio de los valles alpinos, junto a un lago. Suerte que no encontramos tanta neblina y pudimos disfrutar de la carretera.
Hay una casita de adobe justo antes de una curva, veinte minutos antes de llegar al hermoso pueblo de Molango, donde una familia de "inditos" tiene en fila junto a la carretera una serie de sillas, mecedoras y otros muebles de madera de una estética digna de admiración. Junto a la casa hay un árbol de plátanos que se sitúa en medio de los carpinteros y sus vecinos (las únicas dos casitas en kilómetros). No hay soledad; soledad en el D.F., pues ellos tienen al platanero y sus canicas, y a doscientos metros abajo pasa un riachuelo donde Juanito ha visto dos veces a la "llorona", un riachuelo donde pescan bagres. Y cuando Pacheco se aburre se pone a andar en su bicicleta (que se la regaló un turista al que no le entendía lo que decía hace ya un año) por la carretera, y a veces llega hasta Molango; José y "Tinito", por su parte, se pierden en el "monte" cuando el tedio les gana y regresan solamente encontrando la carretera. No se sienten solos, pues están los cantos de los cotorros y los ruidos de los coches en la noche, los vecinos, el platanero y la llorona, y las brujas que se tumban haciendo un nudo con un hilo... y no vuelven a volar.
En Molango saqué mi celular y, con disgusto, observé que no había recepción; tenía que pedirle a mi hermano.
La camioneta comenzó a derrapar de las llantas traseras en casi todas las curvas y a hacer extraños movimientos al rebasar.--Estás manejando muy brusco.-- comenzó a chingar mi mamá.
--Siento la camioneta rara.-- me justifiqué.
--A veces así se siente.
Veinte kilómetros más tarde rebasé a una velocidad de ciento cuarenta kilómetros por hora a una camioneta. El chofer de la pickup comenzó a lanzarme las luces altas y a pitarme. Me paré justo junto a tres casitas que estaban a un lado de la carretera.
--No me diga, ¿tengo ponchada una llanta?.-- pregunté.
--Sí.
Después de buscar la llanta y las herramientas que estaban escondidas entre los asientos delanteros y de en medio, debajo del tapete, yo mismo quité la llanta y puse la otra que parecía más bien de bicicleta; acabé exhausto, pues el gato hidráulico era ¡una mierda!, pero ya hacía varios días que no hacía ejercicio y mis músculos parecían estar adormilándose y llenándose de calambres. Mi madre dio diez pesos a un "hombrecito" que quiso ayudar para obtener propina, pero que sólo vio cómo hacía yo todo y conversamos un poco; fue con él cuando comencé a hablar con mi verdadera voz, cuando comencé a ser yo. ¿Será la prisión de concreto?.
Junto a la vulcanizadora había una pequeña cachimba, atendida por una señora de unos sesenta años y un niño con parálisis cerebral. Conversé sobre mi hermano el "trailero" y sobre los accidentes en carretera mientras comía mis deliciosas quesadillas y mis bocolitos.
Tendría que pasar Huejutla y el Higo, y casi llegando a Tamuín (alrededor de las nueve de la noche) le escribiría un mensaje al celular de mi hermano: PUEDES CONSEGUIRME MEZCALINA?

miércoles, marzo 29, 2006

"Y no me la quise clavar, y no me la quiero clavar"

El cigarro no cataliza mi escritura SÓLO porque se acaba. Así que ¡apuraos dedos! que se acaban los cigarros y los efectos.

Toño tiene dos amantes. La familia de la concubina que vive en Estados Unidos es vecina de su otra concubina. Karime, que vive en Arizona, le reclama infidelidad y le pregunta si vive con otra; sabe bien que vive con su esposa. Antonio no le es adúltero a sus amantes con su mujer, sino a su mujer con sus amantes. Su mujer le a aguantado tantas "chingaderas" que "de veras" es de esas pocas féminas que no se pueden dejar nunca, que deben conservarse por siempre; ¡y qué chingaderas le ha hecho!."Todo menos pegarle, eso nunca, pues yo conozco a varios que no dan gasto y que su vieja les cuida a los niños y les da de comer y luego se las madrean ¡Qué, no me vas a dar de comer!... ¿Cómo si no tiene pa los gastos?; hasta les sacan el dinero que ellas consiguieron pal mandado. Eso no hijo, les digo, todavía que te cuida a tus chamacos y tu andas de pedo. Yo por eso sé valorar lo que tengo y no voy a dejar a mi esposa aunque las otras estén más buenas". Eso es ser amado, algo que no puede despreciar, algo que le proporciona estabilidad, seguridad. La necesidad de Don Antonio por ser escuchado sólo es superada por mi necesidad de escuchar. Vaya que ha vivido... tantas cosas, tan divertidas como el imaginarse los problemas de celos estúpidos que hay entre las vecinas concubinas. Me gusta escuchar al Sr. Delgado, pronto será un viejo muy divertido, pronto, en diez años.

"Ya me saqué las estrellas y la luna del culo y las acomodé en su lugar... y ahí están bien, ahí se quedan" .

--Y sufro porque estoy jodido-- canta Toño.
La recta se extiende frente al tractor del trailer loma tras loma, la densa vegetación de esa selva de árboles bajitos (lleno de floripondio), esa selva que no hay ninguna como la de la huasteca empieza a escasear en las orillas de la carretera y en lo que se alcanza a ver de paisaje en la clara noche; y las luces de Río Verde ya se reflejan tras aquella tercera elevación, sobre la cual, exactamente alineada con el camino, el farol blanco de queso gruyere refleja los rayos del sol a la atmósfera despejada de nubes. El "compadre" Toy va al volante del Keenworth Kenmex que transporta una "caja" con veinte toneladas de pieles, que vendería la empresa "Praderas Huastecas", de la que es dueño (Don) Alfonso Gutiérrez (o Don Poncho), a una fábrica de botas en León Guanajuato; Yiyo es el joven copiloto, hijo de una prominente familia ganadera de la región, pero que prefirió ser trailero que ganadero y, por último, un custodio que estaba sentado en medio de los dos, en el borde de la cama que está en el camarote, al que llaman "viejo". Yiyo no sabe que le tocará manejar de Río Verde a León teniendo que hacer tiempo récord, pues iban muy retrasados debido a que se quedaron a "cachimbear" en el Autopark de Ciudad Valles y salieron en la noche. Al saber la decisión, "el viejo" se mostrará molesto con el "compadre" Toy por su fatiga, pues ya desde que tomaron carretera ha hecho comentarios sobre el estado etílico del chofer y sobre el retraso, y TIENEN que llegar a las seis y media de la mañana a León o les cierran la fábrica... y se les echarán a perder las pieles. Yiyo, al escuchar la queja del custodio, estará a punto de darle un "zape", pero resistiendo molestó lo pondrá en su lugar, luego alardeará de que "no hay sierra que pare a Yiyo" y dirá también que la manejada "la lleva en la sangre". Mientras se avientan una buena "cenita" y Yiyo cuenta sobre a un "burro" que atropelló... "pero en bicicleta", le vibrará el celular que lleva generalmente en la bolsa derecha de sus jeans. Primero se acomodará su cachucha roja y meterá sus manos bajo la camisa de cuadros roja tocando el segundo botón (desabrochado)y, sobre su playera blanca, se rascará el hombro; terminando esto tomará su celular. Recibió un mensaje de su hermano: PUEDES CONSEGUIRME MEZCALINA?.
--¿Alguien sabe qué es mezcalina?-- con medio taco de cecina en la boca pregunta Yiyo.
--Debe ser como algún tipo de mezcal,¿no?-- se apresura a responder el "compadre" Toy.
--No, pus mejor le pregunto a este entenao-- después de una rápida desición, con apatía comenta el joven.
Yiyo tomará el celular con su mano derecha y la cuchara de la salsa con la otra (poniéndole mucho picante a las tortillas). Los ágiles dedos diestros contestaron en menos de diez segundos: k chingaos es mezcalina?.
--¿Quién es, entenao?-- pregunta Toy deseando que el custodio no se integre a la conversación.
--Mi hermano, que viene de México-- contesta Yiyo.
--¿Qué, viene a ver los ranchos?-- con los músculos de la frente contraídos sigue interrogando el "compadre".
--!Qué putas!... Viene a ver a sus amigos, a echar desmadre; aunque no hay mucho ahora; puro jugar xbox... eso sí, !va a haber chingos de gallos!; gallos muertos.-- el celular le vuelve a vibrar en el pantalón y él no ha podido darle una mordida a un taco.
Yiyo, masticando tortilla y carne, retomará la conversación vía satélite con su hermano. La luz se prende, "nuevo mensaje", un golpecito con el dedo. "LA SUSTANCIA ACTIVA DEL PEYOTE".
--¡Óilo!... ¡Drogadicto, hijo de la chingada!-- dice Yiyo en tono de burla, soltando una pequeña carcajada fingida al final. -- ¡Quiere peyote!.
La conversación seguirá, los dos cartones de cervezas dormirán a Toy y Yiyo llevará el trailer hasta León, llegando a las seis de la mañana a la fábrica de pieles. No le contestará el mensaje a su hermano; lo verá en la madrugada, dos días después (en Jueves); hasta entonces no tendrán contacto alguno.
"¡Allá están!, las estrellas... todas ellas. Te las bajé, ¿te acuerdas?, una por una, y también la luna. Y del cielo a tus pies, hice tu trono, donde fuiste princesa por unos días; la princesa de mis fantasías... ¿Pero qué hiciste con tu trono lunar y tu cetro de estrellas?: ¡sin miramiento alguno, me los metiste por el culo!... Tengo, sin embargo, el mérito de haber podido bajarte las estrellas, todas ellas, una por una... y también la luna; y de hacer por unos días princesa a Dulcinea del Toboso, a una reina de la calle."
La llama del encendedor dorado que venía de regalo en la compra de dos cajetillas de Camel´s y que se lo había robado sin intención a mi hermano que a su vez se lo había robado sin intención a un amigo iluminó con destellos azules el hitter que ya en sí era azul. El fuego se colaba en un pequeño agujero mientras jalé aire a través de éste, o más bien mota. La camioneta Pointer que combinaba con la llama y el hitter, tenía el radio a todo volumen, "Momentos" de Intocable sonaba. Comencé a bailar mientras Antonio, el velador, mi amigo, mi compañero de plática, al que le presto mis oídos pensaba con profundo dolor en aquella mujer con la que no se casó y le había llamado hacía unos minutos por celular desde Arizona, a donde se fue en busca de trabajo, por lo que dejó a Toño; y luego pensaba en su mujer y en el dinero que siempre le pide llegando a su casa, y en sus hijos, sus pinches hijos. --Escucha bien esta canción, Toño-- bailando le dije.-- Está con madres: Yo no te guardo rencor... pero quiero que un día te chinguen peor de que me chingaste a mi, culera. ¡Tú crees que no le guarda rencor?, !A huevo que sí!... escucha nomás.--
--¡Cómo chingados no!, vea... y uno que les baja el cielo y las estrellas.-- Indeciso en la elección de ir por su ex novia, ahora amante, a la frontera en Matamoros, las remembranzas de hace catorce años que ella se fue, y el "hornazo" que le dio de todos los jalones que le dí yo le removieron algo que le provocó que esta respuesta surgiera fuerte y con gran vehemencia.
--Y luego nos las meten por el culo... nos las meten por el culo. Pero pues valió la pena, ¿o no?. También se vale llorar.-- le comenté molesto.
--Nombre, hijo... con esto-- dijo señalando la camioneta, donde surgía la música.-- Una botella de tequila y una patada en los huevos, y a llorar-- concluye.
--Yo no necesito la patada en los huevos...

lunes, marzo 27, 2006

Es la primera vez que hago una de estas cosas en internet y no sé si lo estoy haciendo adecuadamente... ¡joder!. La suerte, sin embargo, parece estar de mi lado últimamente, y ya era hora, pues pareció haberme abandonado casi toda mi vida. "Es la divina providencia" me dijo alguien hace unos días y quedé callado; no, la divina providencia no, (que chingue a su madre Séneca, no voy a subyugarme a los designios de un procastinater que nos observa facinerosamente a través de una ventanita con su mano derecha acariciando su miembro mientras nosotros hacemos toda clase de degeneres sexuales: su hedionda creación), la divina providencia son unas pinches falaciotas que inventaron los que venden viajes quiméricos, los que venden nada para justificar sus ventas; ¡y qué ventas!. Es la suerte que me sonríe, es eso que llamamos suerte y que es... suerte, es nada (que chingue a su madre Schopenhauer porque tenía razón; no puede haber suerte).
Yo no sé quién vaya a leer esto, pero estoy seguro que quién lo lea y me conozca un poco, sabrá quién lo escribió y por eso me atrevo a firmar como "mis palabras me delatan"; sin embargo, a pesar de que calle muchas cosas por prudencia en mis relaciones interpersonales, mi teclado es mi teclado y, aunque mis palabras son también para ustedes, aquí si las expreso.
Hoy regresé de unas pequeñas vacaciones a mi pueblo y, debido al fuerte contraste de emociones y de atmósferas humanas que enfrenté, he cambiado y, por lo tanto, he aprendido cosas que me parecen importantes.
El último día que tuve contacto con mis compañeros de escuela antes de salir para X fue verdaderamente desagradable, pues varios creen que o soy un estúpido o vivo en otra dimensión. Me doy cuenta de tantas cosas, de tantas cosas que me dicen tan directamente algunas personas, de forma tan agresiva, y yo no les he hecho nada. Aquel día entre dos personas junto a mí había una burla enorme sobre alguien más, al que le ponían un adjetivo calificativo en diminutivo, que era obvio que se trataba de mí... ¿Cuándo me volví tan tolerante?. Otro compañero me vio cara de Stalin y creyó que adulándome y firmando un tratado de paz (a base de cubas) iba a invadir Rusia sin remordimiento o yo no iba a darme cuenta de su invasión; Sr: Usted no es Hitler y yo no soy Stalin; ese territorio no es mío, es de los rusos o quién sabe de quién chingados; a mí me importa un bledo, me vale verga lo que le pase a los rusos y a su putísimo territorio, ¿ok?. Haga lo que quiera que yo soy una tumba porque no me interesan sus relaciones. Si quiere usted echarse unos tragos conmigo nada más que no sea con esos fines.
Y pues así me fui, señores lectores, con los rumores del silencio y las palabras detrás de las palabras y las intenciones detrás de las miradas; diciéndome tantas cosas, tantas cosas de ella. Hay que ayudarse a uno mismo y hay que saber ayudar, porque cada ayuda tiene su precio que se paga con desprecio... y si el desprecio tiene una boca grande y floja, y un diafragma fuerte, las malas interpretaciones se pueden convertir en una conjura; y en medio de una conjura me fui a un refugio bucólico, a recuperar mi suerte a través de los gallos, aquella suerte que no es nada.
La gente es más afable allá, en cuestión de minutos les recobro la confianza a todos y vuelvo a ser yo, yo el que no soy en México, el tigre, el entenao, gallo... otro... yo.
A veces me frustra el no estar seguro del futuro, pero comprendo que la seguridad en el mañana es rutina y la rutina es la muerte en vida. Las acciones conscientes del hombre buscan un propósito, y se tienen que vencer obstáculos y avatares para poder obtener aquello que se busca, a veces los obstáculos son más poderosos que la mente, que el físico y, principalmente, que la voluntad; pero a veces el destino que es simplemente la unión de un infinito de posibilidades que se dan en un preciso instante, van cambiando el curso de esa voluntad y ¡pum! se obtiene algo aún mejor que lo que se buscaba. Yo iba a mi pueblo en pos de ver a dos amigas con las que chateo casi todas las noches, con las que había llegado a intimar en pasadas ocasiones que visité mi tierra, aprecio mucho y, además, alborotaban mi hormona. El propósito de "ver" quedó cumplido, sin embargo aquél día que salimos a la ciudad más cercana hubo algo que llamó aún más mi atención: las peleas de gallos. Vi en total dos derbies, y ha sido el único juego de apuestas en el que he ganado --tienes buen ojo pa los gallos, entenao-- me dijeron. Por eso creo que la suerte me puede estar cambiando.
Dejo mi blog antes de que la mona entre al ruedo, antes de que los amarradores terminen de poner las navajas en las patas derechas de sus respectivos gallos, antes de que me comience a imaginar como gallo peleando, antes de que mi navaja sea la pluma y mis espolones las palabras. Los dejo, pero con la promesa de que ahí vienen las peleas de gallos... y se van a poner buenas, porque este gallo está corrioso.