miércoles, abril 05, 2006

Entró a la camioneta y se sentó en el asiento del copiloto.--¡Yiyillo!, ¿cómo estás, carnalillo?-- exagerando el acento norteño (en tono burlesco) celebré que por fin lo veía después de varios meses. Él me sonrió, extendiéndome la mano derecha. --Así no se saluda a un carnalillo, gué-- le dije jalándolo de la muñeca para abrazarlo; Yiyo, por su parte, me devolvió el abrazo un tanto seco, avergonzado que Towy y Caballo pudieran hacer un "chascarrillo" sobre una relación homosexual entre hermanos, lo cuál nunca se dio.
Dí vuelta y tomé la carretera hacia el otro lado del pueblo; dos cuadras antes de llegar a la plaza dejamos a Towy sobre la carretera, junto a su casa. Mientras se despedía, Yiyo me pidió manejar; yo accedí y le dejé el volante. Volvimos a dar vuelta en U y avanzamos varios metros hasta toparnos con la calle de tierra que lleva a casa de Caballo. Esperamos a que pasara una camioneta pickup "Ranger" y doblamos a la izquierda hasta toparnos con la Ford modelo 1965 que pertenece al progenitor del Caballo. --Las luces ya están prendidas--temeroso nos hizo notar Caballo, señalando hacia su casa --mi papá ya debe estar tomándose su café... ¡me va a poner una chinga ahorita que entre!. --¡Suerte, rejón!-- atiné a decirle antes de que cerrara la puerta trasera izquierda de la Xterra.
Mi hermano puso un cd de Shakira y me pidió que sostuviera el estéreo, acto seguido comenzó a golpear unos "puntos estratégicos" a los lados del estéreo. --No, ésta chingadera ya no sirvió-- desilusionado me comentó. Oprimió un botón y sintonizó una estación de AM. En ése momento me decidí a preguntarle.
--Oye, Yis; ¿y sí viste mezcalina?
--¡Puta!, hay una cachimba por Matehuala donde venden lo que quieras... ¡hasta armas venden los hijos de la chingada!-- mirando la curva que se avecina, antes de llegar al puente "El Huiche", me comenta.
--¿Pero viste mezcalina?-- le reitero poniendo énfasis en el "viste".
--Pus allá le dicen peyote preparado, ¿vea?. Y pus lo venden en botellas como de a litro y medio. Son muy diferentes, algunos son así como salsa "Ranch" y otros como miel (¡pero bien baboso!) y pues los otros tienen como cosas sólidas; como negras así...-- intenta de explicar.
--¿Litro y medio?... ¿Y cómo para cuántos viajes te alcanza una botella?.
--¿Cómo que para cuántos viajes?-- frunciendo el ceño pide una mejor explicación.
--Sí, con cuántos tragos te pones acá "bien loco". Mira, si con un trago tienes, entonces puedo vender en México una de esas botellas como a mil pesos ¡fácil!-- le digo, intentando de proponerle un negocio.
--¿Y sí hay quién lo compre?
--Por la oferta no te preocupes. Lo importante es cuánto nos van a costar... ¿Averiguaste el precio?-- le pregunto.
--No, pero pues deben de costar como unos doscientos pesos más o menos-- sin mostrar mucho interés me dice Yiyo aventando cálculos sin pensar.
--¿Qué preguntaste, cabrón?-- ofendido le contesto.
--Si tenían mezcalina-- con un tono agudo, como queriendo decir: eso fue lo que me pediste que hiciera, me dice mi hermano.
--Sentido crítico cabrón... ¡Es un negociazo!... La próxima vez que vayas compra una y yo te doy el doble cuando la venda.
--¿Ya tienes a quién vendérsela?
--Sí--contesto con seguridad --a Pablo, mi dealer.
Mi hermano se lleva el dedo índice de la mano derecha a la boca mientras nos acercamos a la ventana del último bungalow --Shhh... nos va a oír mi mamá-- me dice en voz baja, sin hacer vibrar las cuerdas vocales. Yo saco un billete de doscientos pesos de la cartera. --No, luego me lo das.

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