jueves, abril 06, 2006

La imagen de Eisenstein (que había interpretado sucedía en Noruega) pareció cobrar otro sentido; la escena que había vivido unos días antes mientras caminaba por eje 6 parecía que se difuminaba en mis pensamientos cuando, *al ser informado de la noticia, recordé algo a través de otra persona:
"Todo sucedió en silencio, permitiendo que la música que el viento creaba al hacer golpear las ramas de los árboles llevara el ritmo de la velada que comenzó a mitad de la noche. Todo sucedió en silencio, permitiendo que los sentidos se expresaran a voluntad y concentraran toda su energía en persuadir a las feromonas para que bailaran un extasiante vals a través de la habitación. Nosotros bailábamos también; un cisne blanco y un cisne negro a mitad de un cálido lago que se formó a partir de la desembocadura del estruendoso caudal de dos ríos; el tuyo y el mío. Mis manos pasaban como una rastra por toda tu espalda, presionando más durante cada una de esas fugaces eternidades, en las que mi cuerpo se paralizaba por completo y mi garganta luchaba por mantener el silencio que reinaba. Bailamos en silencio hasta que el trino de las aves anunció la llegada del alba, estaba segura que habíamos hecho que el sol mismo despertara de su sueño. Estaba segura, sin embargo, que aquél silencio nunca se volvería a presentar y que, ese mismo día, el caudal de los ríos dejaría de verter sus aguas al lago... para siempre"
También había sido la mejor velada de mi vida, pero no podría concebir la idea que, probablemente, nunca volvería a suceder; con otro rostro, tal vez.
Mientras analizaba qué hacer antes de tomar una decisión al respecto, sentí que mi colon se ensanchaba y que no podría aguantar más.
Después de limpiarme los residuos de excremento saqué mi brazo entre mis piernas para lanzar el papel al basurero; me detuve y me quedé observando el rectángulo blanco --¡Puta madre!-- suspiré --¿otra vez?

No hay comentarios.: