domingo, abril 02, 2006

Hoy Toño no está, pues yo no estoy; hoy yo estoy en casa de Rodrigo y Antonio está en la mía.

Salíamos del cajero automático Banamex que está entre Insurgentes y Eje 6 cuando mi primo me comentó que le parecía sospechoso, yo le dije que sólo se le había olvidado su tarjeta de crédito. Los efectos del "skunk" que había fumado antes de salir de mi casa y que le había comprado por doscientos pesos a Pablo dos días antes, persistían fuertemente en mi cerebro (era "much better shit" la que tenía el nuevo "amigo" de Pablo que el anterior). Doblamos por eje seis con dirección al Oxxo que veíamos a dos cuadras, en el que compraríamos cocacolas y cigarros. A mitad de la primera cuadra de eje seis sentí algo, una explosión que luego comprendería como dos fuertes alteraciones de estado de ánimo. Escuché un grito, seis palabras: "ya te llevó la chingada, cabrón". Había un hombre caminando hacia atrás, de camisa a cuadros y cabello negro; del otro lado, sobre la calle, caminando hacia la mitad de la calle con sus dos brazos estirados a la altura del pecho. Otro hombre estaba parado a un lado de un auto amarillo y lo miró horrorizado mientras el otro se alejaba unos pasos. Escuché un grito y seis palabras que sonaban a un huracán de preguntas a cerca de sobrepoblación de las ratas, que sabían a plomo. Vi. a aquél hombre atragantándose de centavos, revolcándose en el suelo con ambas manos presionándose la parte inferior izquierda del abdomen; doblado, ventajosamente doblegado. El maleante observó por unos segundos su crimen, estaba seguro que el "valiente doctorcito" iba a valer madres. --Mi tercero-- pensó. Luego se dio la media vuelta y cruzó la calle. Lo miré a los ojos y me miró a los míos, yo sentí ganas de vengar una injusticia y él sintió que el orgullo y virilidad se impusieron por un momento a la confusión, a la adrenalina y al miedo que hacían temblar su piel; quiso matarlo, quiso matarme y seguir jalando el gatillo pero no tenía tiempo, y probablemente tendría que ahorrar balas. --¿Qué haces, güey?-- con los testículos en la garganta me dijo Rodrigo --Camina rápido--. El hombre de camisa de cuadros dio vuelta hacia Insurgentes y cambió del paso veloz al trote, yo seguí caminando en sentido contrario. Sonó otro disparo del mismo calibre, una 22 creo. Cruzó frente a mí una mujer de baja estatura, vestida con una bata... llorando. Al pasar junto a una farmacia de similares, me preguntaron los que la atendían (que estaban muy preocupados afuera) si había visto lo que había pasado. --Sí, le dispararon a un cabrón-- le dije --Probablemente esté muerto-- agregué con indignación. Una de las mujeres qe ahí estaban gritó con lágrimas en los ojos: ¡El doctor los estaba siguiendo!.
Entramos al Oxxo sin saber qué pensar, horrorizados, sólo pensando, repasando en nuestra imaginación un mismo sonido y una misma imagen. Me acerqué a los refrigeradores, no sabía qué hacía; sobre una columna junto a ellos había una bocina. Escuché un acordeón... "Tú eres aire que da vida y mi alma te respira..." ...Intocable. Tal contraste me pareció irónico; la fragilidad de toda una cosmogonía ante la velocidad de algo que pesa menos de un gramo.
Una hora más tarde me encontraba viendo una película que me hiciera calmar las mareas de pensamientos; veía "Hitch" (¿qué más puedo decir?) y observaba a mi primo editando unos videos en la computadora cuando recibí una llamada; era Erik.
--Qué pedo, habla Erik-- me dijo más que preguntarme.
--¿Qué pasa?.
--Ya no le hables a Pablo.
--¿Porqué o qué?-- intrigado le pregunté, creyendo que había tenido algún problema con él y que yo podría inmiscuirme en el asunto.
--Porque está muerto-- me respondió más seco que de costumbre.
Me quedé helado, no supe que contestar; Erik hablaba de una persona con que había estado platicando conmigo hace dos días.
--Lo mataron ayer-- concluyó.
¿Habrá sigo algún problema relacionado con el tráfico de drogas, por haber cambiado de proveedor?. Es algo increíble para mí, pues Pablo era una de esas personas que profesaban el "peace & love", completamente en contra de la violencia. ¿Debía dinero a alguien?.¿Y qué tal que si, con los cuatrocientos pesos que recibió de nosotros anteayer, intentó de pagar un poco de su deuda pero fue rechazado con un balazo. Seguro ese dinero está ahora en manos de un asesino.
--¿Tuvo que ver con sus "asuntos"?--continué interrogando.
--No sé... sólo puedo decirte que NO hables a su celular...
A veces me frustra el no estar seguro del futuro, pero comprendo que la seguridad en el mañana es rutina y la rutina es la muerte en vida. Las acciones conscientes del hombre buscan un propósito y se tienen que vencer obstáculos y avatares para poder obtener aquello que se busca. A veces los obstáculos son más poderosos que la mente, que el físico y, principalmente, que la voluntad, pero a veces el destino que es simplemente la unión de un infinito de posibilidades que se dan en un preciso instante, van cambiando el curso de esa voluntad y ¡pum! un balazo termina con la voluntad; y todo lo que soy. mañana con un mínimo movimiento de un tendón se pierde en la nada... como un foco que se apaga; ya no es un foco, es un foco fundido; la luz no existe y, por tanto, no existen los colores. No hay espacio, no hay tiempo, no hay velocidad ni gravedad, no hay nada... sólo materia inerte. La vida es más bien como un instante de luz perdido en la oscuridad; frágil, único. A veces las historias (mis historias, yo) me parecen absurdas ante el inevitable fin. Sólo tengo esto, y esto debe ser suficiente... pero a veces no lo es. ¿Qué puedo hacer?¿Intentar de prolongar mi inevitable muerte?. La vida no es como las novelas que se pueden dejar inconclusas, pues irremediablemente tiene un fin. ¿Y... qué si fuera eterno?; al ser todo ¿quién sería?; nadie. De alguna manera creo que es la cualidad de ser finito la que identifica a un ser pensante, la que lo hace ser diferente a los demás. Aunque no habría sufrimiento... tampoco habría motivos de alegría.
Alguien me dijo que las ratas en sobrepoblación se matan a unas a otras y se suicidan, que presentan un gran estrés debido a la falta de espacio; somos peores que las ratas en laboratorio, pues éstas carecen de razón. ¿Acaso no es una grandiosa ironía que estudien sociológicamente a los humanos a través de las ratas?. Es un imán esta ciudad, un imán que produce estrés, un imán que atrae a las ratas y que, como tal, atrae los metales... atrae al plomo.

--Hasta luego, que estés bien-- le dije a Pablo cuando se bajaba de mi coche junto al Sanborns de Miguel Ángel y División. Luego abrí la caja que está del lado izquierdo debajo del volante y saqué un poco de marihuana y un hitter. Bajé el vidrio y, con Intocable a todo volumen, acerqué el fuego del encendedor al instrumento de metal e inhalé hasta llenar mis pulmones de mota. No sabía que al día siguiente asesinarían a Pablo.
Dejé de pensar en ello y jalé el rollo de papel, corté un buen pedazo y lo doblé en tres. Después de limpiarme los residuos de excremento saqué mi brazo entre mis piernas para lanzar el papel al basurero; me detuve y me quedé observando el rectángulo blanco --¡Puta madre!-- suspiré; había sangre en él...

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